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lunes, 12 de diciembre de 2016

"ALGUNAS DUDAS PARA LA COMPRENSIÓN DE LAS SOLEDADES DE GÓNGORA" POR SAIKO YOSHIDA (SEISEN UNVERSITY, TOKYO)






La nueva edición de las Soledades de Góngora preparada por Robert Jammes1 , junto con sus notas detalladas, nos aclara mucho los problemas que no estaban precisados antes, y por otra parte nos invita a pensar de nuevo sobre varios aspectos que creíamos ya solucionados, o simplemente abandonados. Las dudas que propongo aquí son una parte del fruto de mi lectura2 de dicha edición. Me limitaré a referir tres aspectos: la localización, el tiempo, y el sentido de la palabra peinado. 1) Localización Dejando aparte lo que escribe Salcedo, quien supone que el naufragio del protagonista ocurrió en la costa de Italia, «Finge don Luis, a lo que presumo, este naufragio en las costas de Italia. Y por ventura a esta causa se acordó del Noto, por ser este viento peligrosísimo en el mar Adriático»3 , la opinión parece no convincente para la mayoría de los comentaristas e investigadores. Artigas destacó, en la Soledad primera, el * Agradezco a Juan Benavides que tuvo la amabilidad de corregir este trabajo. 1 Luis de Góngora, Soledades, edición de Robert Jammes, Castalia, 1994. - He preparado mi traducción y comentario de las Soledades (en japonés) a partir de la edición de Jammes. La publicación está prevista para abril de 1997, por la editorial Chikuma-shobo en Tokyo. 3 «Soledades» de D. Luis de Góngora comentadas por D. García de Salcedo Coronel, Madrid, 1636, fol. 19. AISO. Actas IV (1996). Saiko YOSHIDA. Algunas dudas para la comprensión de las «... 1672 SA1K0 YOSHIDA recuerdo del viaje a Cuenca realizado por el autor en 1603, y en la segunda, el reflejo del paisaje de Galicia4 . Pero J. P. Wickersham Crawford, en 19395 , después de recopilar estas opiniones, propuso una idea nueva de situar ambas soledades en la costa Atlántica. El investigador dice que así lo implica el discurso del serrano viejo sobre la navegación (vv. 373-513), en la primera, y la referencia al mismo tema en el discurso del viejo pescador (vv. 388-406), en la segunda, también. Según él, el río que contempla el protagonista desde el escollo donde le llevó el cabrero es el río Guadiana y, por lo tanto, el contenido de la segunda se desarrolla en la desembocadura del mismo, precisando incluso el nombre de la isla, que tiene la forma de la concha de tortuga, como la Isla de Canela6 . Robert Jammes ha recopilado de nuevo el problema y lo ha estudiado detalladamente en la introducción de su edición de las Soledades, subrayando su importancia que afecta la interpretación de pasajes7 . Jammes opina que «no se puede aplicar el mismo criterio a la segunda que a la primera». Según él, «el marco geográfico de la primera Soledad» es «una combinación imaginaria», pero dentro de este marco imaginario están colocados los elementos que tienen sus fuentes en la vida real del autor. El viaje nocturno del protagonista al principio de la primera y la llegada a la cabana de cabreros recuerda su regreso de Salamanca en 1593 (el paisaje se localiza por lo tanto entre Salamanca y Córdoba). El encuentro con las serranas (y luego con los serranos) refleja su viaje a Cuenca de 1603. La Soledad segunda, en cambio, está situada en un lugar concreto. Fundándose en el testimonio de Pedro Espinosa que identifica la figura del príncipe (vv. 809-822) con el Conde de Niebla8 , Jammes determina este lugar entre Huelva y Niebla, en la cuenca del río Tinto (o bien del Odiel), y describe como el paisaje real de la marisma de los dos ríos coincide con el paisaje descrito en el texto de Góngora. Pero admite, por supuesto, que «quedan visibles los recuerdos de Lepe y Ayamonte», y aunque rechaza situar la obra allí mismo, Jammes comparte con Crawford la idea de situarla en la costa Atlántica. Ahora bien, hay dos pasajes que causan mi perplejidad. El uno es (vv, 414-416) de la Soledad segunda. El viejo pescador explica al protagonista cómo observa la luna para saber el género de pesca y su instrumento, y dice: vieras intempestivos algún dia (entre un vulgo nadante, digno apenas de escama, cuanto mas de nombre) atunes. (II, vv.414-416) El sentido de «atunes intempestivos» lo explica Salcedo como sigue: «Dijo intempestivos atunes, o por haber caído acaso en las redes, o porque cayeron fuera del tiem- 4 Don Luis de Góngora y Argote. Biografía y estudio crítico, Madrid, 1925, p. 278. 5 «The setting of Gongora's Las Soledades», Hispanic Review, VII, 1939, pp. 347-349. «Ibid., p. 347, nota 3. 7 Edición citada, pp. 65-73. 8 Es curioso que Crawford prefirió seguir la opinión de Pellicer y Salcedo -el Duque de Béjar- aun conociendo el testimonio de Espinosa. AISO. Actas IV (1996). Saiko YOSHIDA. Algunas dudas para la comprensión de las «... ALGUNAS DUDAS PARA LA COMPRESIÓN DE LAS SOLEDADES DE GÓNGORA 1673 po en que se suelen pescar»9 . De la palabra intempestivo, el Diccionario de Autoridades dice: «Lo que es fuera de tiempo, proposito y oportunidad». Alemany y Selfa, en su Vocabulario: «Que es fuera de tiempo y razón»10 . La paráfrasis de Jammes «algunos atunes inesperadamente presos»11 , cubriría los dos sentidos: caer presos es el hecho inesperado para los atunes porque no suelen capturarse en tales redes sencillas, y pescar atunes es un hecho inesperado para los pescadores porque cayeron fuera del tiempo en que se suelen pescar. Si el sentido primero fuera la única interpretación, no habría problema. Pero si hay que aceptar también el segundo, tendríamos que saber la sazón de la pesca de atunes en la costa Atlántica, en caso de que lo localicemos allí. Los atunes migran en bancos para realizar la puesta, cuya época es en verano. La población de atunes en las cercanías de las Azores penetra en el Mediterráneo y realiza la puesta en la parte oriental del Mediterráneo. De regreso, ya no en bancos sino en forma dispersa, llegan hasta los alrededores de Noruega. La captura se realiza mediante artes fijos, como almadrabas, o móviles, como curricanes, cercos y derivas. La pesca de almadrabas se practica en el Mediterráneo, en el Atlántico cerca de Gibraltar. La de curricanes, en el Atlántico, y la de cercos y derivas, en el Mediterráneo. Así nos informa, por ejemplo, el Diccionario Enciclopédico Salvat. En la obra de Góngora, el modo de pescar es con la almadraba, y nos hace pensar que la zona sería -si no fuera el Mediterráneo- la costa Atlántica cerca de Gibraltar, y entonces quedaría muy bien la hipótesis de Jammes. Pero Salcedo escribe que la época de la pesca en Gibraltar es mayo: «...cogense copiosamente por el mes de Mayo en el Estrecho de Gibraltar, que es quando entran del Occeano Atlántico en el Mediterráneo, y también se cogen en otras partes»12 . Si suponemos la estación de las Soledades entre el 21 de abril y el 20 de mayo, interpretando así los 6 primeros versos de la Soledad primera, entonces, justamente estaría en la época de la zona de Gibraltar. Si situamos la obra en Huelva, el banco de atunes ¿llegaría hasta Huelva antes de llegar a Gibraltar a pesar de haber trescientos kilómetros de distancia, o pasaría por allí a la vuelta, siendo ya atunes erráticos? En el primer caso, no se explica el porqué de «atunes intempestivos». En el caso segundo, sí son «intempestivos», pero el hecho es inverosímil, al igual que cuando lo situamos en Galicia. ¿Cómo podrían aparecer atunes en primavera en las zonas donde pasan atunes erráticos (después de la puesta) en otoño? El otro pasaje es: mas !ay!, que del ruido de la sonante esfera 9 Op. cit, fol. 250. 10 Bernardo Alemany y Selfa, Vocabulario de las obras de don Luis de Góngora y Argote, Madrid, 1930. El adjetivo «intempestivo» aparece en el otro pasaje de la Soledad segunda (v.768) y en otras obras. Góngora lo emplea indistintamente en dos acepciones: «fuera de razón» y «fuera de tiempo». Véase Concordancia lexicográfica de la Obra Poética de don Luis de Góngora recopiladas de la edición de R. Foulché-Delbosc, por Javier Núñez Cáceres. Nota, introducción y revisión de Herbert E. Craig, Madison, 1994. 11 Edición citada, p. 479. 12 Op. cit., fol. 250-250v. AISO. Actas IV (1996). Saiko YOSHIDA. Algunas dudas para la comprensión de las «... 1674 SAIKO YOSHIDA a la una luciente y otra fiera el piscatorio cántico impedido, con las prendas bajaran de Cefeo a las vedadas ondas, si Tetis no (desde sus grutas hondas) enfrenara el deseo. (II, vv.618-625) Esto es, después del canto amebeo de Licidas y Micon. Dice que dos Osas celestes, la Mayor y la Menor, hubieran bajado hasta el mar si no lo impidiera Tetis para escuchar el canto. Si suponemos que la isla está en Huelva, al norte hay tierra firme, y si bajaran las dos Osas celestes, tropezarían contra la tierra, es decir, la tierra les impediría beber ondas antes que Tetis. ¿Se dirá que la tierra en aquella costa es muy baja, y entonces el cielo aparece muy cerca del agua que está más acá, contemplando desde la isla? Lo natural sería que el embarcadero de la isla se sitúe en la playa que está enfrente de la tierra, no en el mar de fuera. Entonces, la gente que estaba escuchando el canto de los pescadores, mientras ellos se acercaban hacia la isla, está mirando hacia el norte, y nos convence de que su mirada captaría el momento en que aparecen esas estrellas del norte. Aunque es así, la impresión visual que nos causa el texto nos sugiere que el cielo (del norte) está en contacto con el agua. Si localizara la isla en otra zona geográfica, ¿se solucionaría el problema? Artigas propuso Galicia, y según informa Robert Jammes en la misma introducción, Hermann Brunn más concretamente la ría de Pontevedra. Parece que Jammes, aunque propone Huelva por su parte, no rechaza del todo la posibilidad de Galicia: «Es cierto que el paisaje gallego, más concretamente el de la ría de Pontevedra (que Góngora tuvo tiempo de admirar en su viaje de 1607 a Monforte), es en España el único cuya variedad (ríos, montañas, islas verdes, mar...) podría concordar con la de las Soledades (pero de las dos partes del poema, y no sólo de la segunda)»13 . En este caso, es decir, si situamos la escena en que aparecen dos pescadores en una isla cerca de Pontevedra, el mar si se aparecería hacia el norte. ¿Habrá la posibilidad de situarla en otra zona de Galicia, por ejemplo, en la zona cerca de La Coruña, con tal que cumpla la condición de tener el mar al norte? No lo creo. La razón está en el pasaje siguiente: Aura en esto marina el discurso y el dia juntamente (trémula, si veloz) les arrebata, alas batiendo líquidas, y en ellas dulcísimas querellas de pescadores dos... (II, vv. 512-517) 11 Edición citada, p. 65, nota 56. AISO. Actas IV (1996). Saiko YOSHIDA. Algunas dudas para la comprensión de las «... ALGUNAS DUDAS PARA LA COMPRESIÓN DE LAS SOLEDADES DE GÓNGORA 1675 En la costa el viento, después de una pausa al atardecer, empieza a soplar de la tierra al mar, al contrario que durante el día. Aquí lo llama el aura marina porque para la gente que está en la isla, viene del mar. Es decir, más allá del mar, por donde vienen los pescadores, tiene que existir la tierra. Si situamos la escena en la parte de La Corufia, el norte queda detrás de la gente y, por lo tanto, ellos no pueden ver las constelaciones del norte que describe el texto. En cambio, si la situamos en Pontevedra, la tierra quedaría al este. La gente que percibe el viento que sopla desde el frente, podrá ver las estrellas hacia su izquierda. Así pues, si suponemos como descripción realista el paisaje de la Soledad segunda, ¿tendríamos que pensar la obra como situada en la zona de Pontevedra, aunque sí con detalles que recuerdan la costa de Huelva? O, ¿deberíamos aplicar a la segunda el mismo criterio que a la primera, es decir, ésta también es una combinación imaginaria de elementos reales? 2) Tiempo El otro problema que me gustaría plantear es la posibilidad de precisar el tiempo de la obra, que a la vez afectaría la interpretación del primer pasaje de la Soledad primera. Era del año la estación florida en que el mentido robador de Europa (media luna las armas de su frente, y el sol todo los rayos de su pelo), luciente honor del cielo, en campos de zafiro pace estrellas, (Lvv.1-6) Dice que era cuando estaba flotando sobre el mar el protagonista. Los seis versos citados dan a entender que el día en que ocurrió el naufragio es uno de los días primaverales en que el sol está en el signo de Tauro. ¿Quiere decir, entonces, un día (cualquiera) entre el 20 de abril y el 21 de mayo? Así lo entendió Salcedo: «nuestro Poeta... comienca la narración de su Poema, describiendo el principio del Verano, en que finge el sucesso que canta, y para esto dize, que era el tiempo en que el Sol estaua en el Signo de Tauro...»14 . Parece que Dámaso Alonso también lo entiende así cuando dice: «Los seis primeros versos de la Primera Soledad... no vienen a decir sino esto: «Era primavera»». Y después de citar la interpretación de Salcedo para los versos 3-5, dice: «No es posible olvidar esto: que el Sol está en la constelación zodiacal del Toro, manera tradicional de designar la primavera»15 . Antonio Carreira precisa la temporada del 22 de abril al 21 de mayo16 . 14 Op. cit., fol. 11. 15 Dámaso Alonso, «Góngora y el toro celeste», en Obras completas, tomo VI, pp. 291-292. 16 Luis de Góngora, Antología poética, edición a cargo de Antonio Carreira, Castalia, 1986, p. 203, nota 14. AISO. Actas IV (1996). Saiko YOSHIDA. Algunas dudas para la comprensión de las «... 1676 SAIKO YOSHIDA Sin embargo, el pasaje de la Soledad segunda, vv. 618-625, que acabo de citar para pensar en la localización, nos ofrece una información más para determinar el tiempo. Se hace alusión a cinco constelaciones: Osa Mayor, Osa Menor, Cefeo, Casiopea y Andromeda. Dentro de ellas, Andromeda no es la que se ve propiamente en Primavera. Se ve entera en otoño e invierno. En abril se ve solamente una estrella, y aun ésta ya no se percibe entrando en el mes de mayo. De manera que los días en que se puede contemplarla, poco después del anochecer, a partir del día 20, el día que entra el sol en el Taurus, son muy limitados. Teniendo en cuenta esta realidad astronómica, el día del naufragio del protagonista, el momento en que comienza el contenido de la obra, tendría que situarse en un espacio de tiempo más corto, no entre el 20 de abril y el 21 de mayo. Para poder contemplar la única estrella de Andromeda, al atardecer del cuarto día, la obra tiene que empezar casi justo el día 20 y todos los sucesos de la obra caen dentro del mes de abril. Con razón, Pellicer, explicando los seis versos primeros de la Soledad primera, escribió: «Comienca D.L. describiendo la sacón en que sucedió lo que escriue, en el mes de Abril...»17 . Y también otros comentaristas repiten que es cosa de abril en interpretaciones de varios pasajes. Tendríamos que valorar también, aquí especialmente, la exactitud astronómica de la colocación de todas las constelaciones. Cuando en el cielo queda esta única estrella de Andromeda, precisamente la Osa Mayor se sitúa más cerca del horizonte. Es decir, parece que casi bebiera el agua prohibida. 3) El sentido de la palabra peinado Esta palabra aparece dos veces en la Soledad segunda. La primera: Volvíase, mas no muy satisfecha, cuando cerca de aquel peinado escollo hervir las olas vio templadamente, bien que haciendo círculos perfectos: (II, vv.499-502) y la segunda: Lúbrica no tanto culebra se desliza tortuosa por el pendiente calvo escollo, cuanto la escuadra descendía presurosa por el peinado cerro a la campaña, (II, vv.823-827) El primer pasaje refiere que Efire, la pescadora, después de cortar la cuerda de 17 Joseph Pellicer de Salas y Tovar, Lecciones solemnes a las obras de don Luis de Góngora y Argote, Píndaro andaluz, Príncipe de los poetas líricos de España, 1630, col. 564. AISO. Actas IV (1996). Saiko YOSHIDA. Algunas dudas para la comprensión de las «... ALGUNAS DUDAS PARA LA COMPRESIÓN DE LAS SOLEDADES DE GÓNGORA 1677 cáñamo para evitar el peligro, volviendo hacia la isla, encuentra un sollo (esturión). Salcedo escribe: «Peinado escollo dixo, por labrado y liso.(...). Es término en la guerra muy ordinario peinar por allanar, o alisar alguna cosa»18 . Sí, es ambigua esta explicación, como dice Jammes. Dámaso Alonso, en su prosificación, simplemente, «liso escollo»19 y Alemany y Selfa también en su Vocabulario. Pellicer no explica. El segundo pasaje refiere cómo, en el quinto día por la mañana, bajaban los cazadores de cetrería por el cerro sobre el cual está el castillo del príncipe que dirije la caza. Para este pasaje, ni Salcedo ni Pellicer dan ninguna explicación, sino que repiten la palabra del texto «peinado cerro»20 . En cambio, Dámaso Alonso, «cultivado cerro»21 , y Alemany y Selfa, «escarpado», en su Vocabulario. Es inconveniente, sin fundamento suficiente, interpretar una misma palabra en dos sentidos: liso y cultivado, en Dámaso Alonso, o liso y escarpado, en Alemany y Selfa. Tal vez para solucionar esta inconveniencia, Jammes propone una única acepción «cultivado» para dos pasajes, diciendo: «peinado hace pensar en los surcos de un escollo bien cultivado, cubierto de vegetación bien alineada, en conformidad con la descripción de la isla»22 . Pero esta interpretación queda contradictoria en el segundo. Explicando «... la cumbre modesta (...) que deja de ser monte por ser culta floresta» (II, vv. 691-694), dice él mismo: «La expresión sugiere una especie de continuidad entre la selva que ocupa el recuesto y el parque que rodea el castillo»23 . Si es así, el cerro por el cual viene bajando la tropa de cazadores tiene que ser selva, y no podrá decir «cultivado». El Diccionario de Autoridades explica la palabra «peinar» como: «cortar o quitar parte de piedra o tierra de alguna roca o montaña, escarpándola». Pues se aplica igualmente al escollo que al cerro. En vez de aplicar «cultivado» a los dos pasajes, ¿por qué no aplicamos «escarpado» a los dos? Se podrá decir también «liso», pero refiriéndose a la parte perpendicular del escollo o del cerro, no horizontal. Viene bien con el paisaje de la isla, y también en la comparación con la culebra en el caso segundo. Incluso ¿la connotación chistosa que advierte Robert Jammes entre «calvo-peinado» no lo reforzaría aún más? El cerro es en realidad «calvo» igual que el escollo. Resulta gracioso si lo llamamos peinado, sin que tenga ni un pelo. Op. cit., fol. 261v. Luis de Góngora, Las Soledades, tercera edición publicada por Dámaso Alonso, 1956, p. 167. Pellicer, en col. 598, Salcedo, en fol. 297, de libros citados. Edición citada, p. 178. 12 Edición citada, p. 490. Ibid.,p. 518. AISO. Actas IV (1996). 

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